Camino Francés · Bloque 1
De Saint-Jean-Pied-de-Port a Logroño · 160,4 km · 8 etapas
De Saint-Jean-Pied-de-Port a Logroño
Primer bloque del Camino Francés · Naturaleza, historia y carácter de peregrino
El primer tramo del Camino Francés es uno de los más emblemáticos y desafiantes de toda la ruta. A lo largo de 160,4 km repartidos en 8 etapas, la aventura comienza en Saint-Jean-Pied-de-Port, histórica puerta de entrada al Camino, donde cada calle empedrada, cada casa de piedra y cada saludo entre peregrinos respira tradición y espíritu de inicio. Desde el primer momento se percibe la mezcla entre expectación y respeto que acompaña a quien se lanza a esta travesía.
Nada más salir, el itinerario asciende a los Pirineos, atravesando paisajes de una belleza sobrecogedora. Las vistas panorámicas se alternan con bosques de hayas, praderas verdes y el rumor constante de pequeños arroyos. Es un comienzo exigente, tanto por el desnivel como por la altitud, pero también profundamente gratificante. Cada paso recuerda que este es un camino para conectar con la naturaleza, escucharse a uno mismo y forjar el ritmo propio del viaje.
En la cima, el viento sopla con fuerza y el horizonte se abre hacia España. La bajada hacia Roncesvalles supone el primer contacto con la historia viva del Camino: monasterios, bosques de cuento y el sentimiento compartido de los peregrinos que llegan exhaustos pero satisfechos. Aquí se percibe por primera vez la camaradería que acompañará durante todo el recorrido.
Un bloque que afianza cuerpo y mente: esfuerzo, libertad y paisajes de postal que quedan grabados en la memoria del caminante.
Tras Roncesvalles, el trazado atraviesa Navarra de norte a sur. Pueblos de piedra, ermitas solitarias y puentes medievales jalonan el camino. Pamplona sorprende al peregrino con su energía, su vida callejera y su imponente casco antiguo, perfecto para una pausa antes de continuar hacia el sur. En sus calles, los bares ofrecen una deliciosa muestra de pintxos y vinos locales, una parada imprescindible para reponer fuerzas y disfrutar del carácter navarro.
Desde allí, las etapas se vuelven más suaves, los campos se abren y el paisaje empieza a teñirse de tonos dorados. Los viñedos anuncian la llegada a tierras riojanas, donde el aroma del vino y la hospitalidad se funden con el espíritu del Camino.
El bloque concluye en Logroño, capital de La Rioja, tierra de vino, historia y alegría. El peregrino es recibido entre el bullicio de la Calle Laurel, donde las tascas y tabernas ofrecen una explosión de sabores: tapas, riojas jóvenes y risas compartidas. Es el lugar perfecto para celebrar lo recorrido, brindar por el esfuerzo y preparar el siguiente capítulo del Camino.
No es solo un reto físico: es un viaje interior que combina historia, cultura y naturaleza, y deja en quien lo recorre una huella profunda e imborrable.
Comienzo en SJPP
Ambiente peregrino y preparación para la primera etapa.
Cruce de Pirineos
Jornada icónica: esfuerzo, altura y vistas espectaculares.
Pamplona
Patrimonio medieval y vida de ciudad entre etapas.
Final en Logroño
Gastronomía y buen descanso para continuar la aventura.